Aprendizajes de un 8 de marzo con muchachas de protagonistas.

Por Lirians Gordillo Piña
Marzo termina y siguen los días, las fechas importantes y, sobre todo, la vida cotidiana. Pero antes de despedir el tercer mes del año, amerita compartir algunas buenas señales y aprendizajes que nos deja el Día Internacional de la Mujer, ese que viví en La Habana en 2023.
Creo que no fui la única en experimentar la felicidad de una agenda con más encuentros y acciones; varias nos vimos corriendo de un lado a otro o no pudimos asistir a más de un encuentro porque coincidían en fecha y hora. Sentí un cambio en la manera de comprender y abrazar la fecha que se va acercando más a su sentido original de lucha, sin abandonar la celebración de lo conquistado.
En particular, viví un 8 de marzo diferente en el Teatro Sanguily de la Universidad de La Habana. A la entrada se anunciaba que aquél no sería un encuentro de gladiolos y felicitaciones formales; muchachas jóvenes esperaban su turno para escribir deseos, convicciones y denuncias a un patriarcado que aún las cerca.
Pasado el umbral te esperaba una sonrisa y unas manos sororas; una de las organizadoras ponía a disposición varias mariposas de papel y las entregaba como un abrazo. Me tocó en suerte una que tenía tatuado el siguiente texto: “Que nada nos limite, que nada nos defina, que nada nos sujete, que la libertad sea nuestra propia sustancia”.
Las paredes del Sanguily acogieron mensajes y frases de luchadoras diversas, entre ellas Vilma Espín y Rosa Luxemburgo; la selección de esos pensamientos nos recordaba de que estamos aquí también por las que vivieron y lucharon antes, consecuentes con su tiempo.
El teatro se llenó de jóvenes. Y ocupar casi por completo una sala universitaria, un 8 de marzo, en un evento organizado por estudiantes y autogestionado, deja alegrías y aprendizajes. Es, definitivamente, algo importante. Por eso, me atrevo a compartir algunas ideas y sumar a mis reflexiones algunos testimonios de ese día.
La creatividad feminista es un recurso poderoso y acompañarnos es estratégico y vital.
Origamis, performance, canciones y poemas formaron parte de la mística del encuentro. Diseñaron un camino de experiencia corporal, sonora y visual que provocara reflexiones y emociones, que pasara por el cuerpo y la vivencia de cada persona.
Las organizadoras, estudiantes todas, apostaron por unir las rebeldías y alegrías juveniles con el conocimiento y experiencia de reconocidas profesoras y académicas que celebraron su empuje, autonomía y ganas de hacer.
Estuvieron invitadas las profesoras Claudia Damiani, Reina Fleitas, Yulexis Almeida y Clotilde Proveyer, quienes compartieron datos, reflexiones, desafíos y fortalezas de las cubanas en la lucha por una sociedad libre del patriarcado racista y homofóbico.
La presencia de estas reconocidas académicas, junto a autoridades de la Federación Estudiantil Universitaria (FEU), la UH y la Federación de Mujeres Cubanas (FMC) habla de la importancia de acompañarnos desde el reconocimiento mutuo y la celebración de nuestras distintas maneras de hacer.
“Es muy importante este espacio, porque ellas están contagiando a los estudiantes de su entusiasmo y su compromiso, de sus deseos de hacer desde la Universidad. Desde el profesorado hemos trabajado mucho, pero desde lo docente, por eso creo que es tan importante iniciativas como esta. Al profesorado no resta acompañarles y guiarlas”, me confirmó Clotilde Proveyer.
Precisamente investigadoras y académicas universitarias han sostenido e impulsado los estudios de género y feministas en Cuba, ellas han conquistado espacios docentes para el conocimiento de una perspectiva que resulta vital en las ciencias sociales. Sin embargo, fuera del aula y de esos espacios ganados, perviven prejuicios, estereotipos y discriminaciones.
Desde noviembre de 2022 un grupo de jóvenes universitarias mostraron su voluntad de hablar sobre la violencia machista en la Universidad de La Habana; de compartir el feminismo que se van construyendo y promoverlo en la Casa de Altos Estudios.
Paula Ríos Maldonado es estudiante de segundo año de Sociología y fue una de las organizadoras del 8 de Marzo en el Sanguily; para ella está claro que la universidad debe acoger espacios y proyectos feministas pues tiene el mandato de “empoderar pensamientos emancipadores”.
“El feminismo es la respuesta a muchas de las problemáticas e inquietudes que viven estudiantes y profesores a diario. Es una lucha que está latente en el espacio universitario”, afirma.
Vivimos otros tiempos y seguimos luchando por lo mismo
Algunas de las frases escritas en un pizarrón afirmaban: “ya no siento miedo”, “cuidado mujeres en revolución”, “me siento mujer libre fuerte segura”, “el patriarcado se va a caer porque lo vamos a tumbar”, “de camino a casa quiero ser libre no valiente” “por las asesinadas, fuerza”, “me siento acompañada”.
Leerlas me remite a realidades cotidianas y a lemas del movimiento y ola feminista latinoamericana. Estamos conectadas no solo por nuestras resistencias, sino también por confrontar un patriarcado que se ajusta al contexto y sigue siendo un sistema de dominación global. También nos llegan, y con más fuerza a las jóvenes, esas referencias creativas y performáticas de los movimientos sociales latinoamericanos y en particular los feministas. Internet y las redes sociales son un espacio de construcción de sentidos y de lo que significa ser mujeres, jóvenes y feministas en estos tiempos. Por ejemplo, fue a través de las redes sociales y estados de WhatsApp que estudiantes de otras universidades, incluso de la enseñanza media, supieron del encuentro y asistieron con entusiasmo. Las TICs mediatizan nuestra vida, no podemos negarlo, sino abrazarlo de manera consciente y auténtica.
¿Qué motivó a estas muchachas a reivindicar una fecha que, aún con sus razones y buenas intenciones, se fue despolitizando en Cuba? Las respuestas que dan Paula y Airim Vásquez Pascual (otra de las organizadoras y estudiante de 2do año de Historia) sorprendentemente habla también del pasado.
“Cuando yo era niña mi abuela me decía que el 8 de marzo había perdido su esencia, que una postal y una flor eran un sinsentido. Creo que es importante que la fecha recupere su significado de lucha porque muchas personas piensan en las luchas de las mujeres como algo que ya terminó hace muchos años, como algo que ya no es necesario ni urgente y sí lo es. La sociedad no puede seguir viviendo bajo ese manto de ignorancia. Por eso las dos motivaciones principales eran revindicar la fecha y visibilizar las luchas de las mujeres cubanas hoy. Sentíamos que era algo que se está haciendo en pocos espacios y en casi ninguno dentro de la universidad”, comenta Paula.
Por su parte Airim afirma: “Siento que el verdadero sentido de la fecha se ha perdido, incluso existe un desconocimiento muy grande sobre la historia de este día. Se ha adoptado una postura de celebrar el Día internacional de la Mujer solo con fiestas, almuerzos o diplomas de reconocimiento en los centros de trabajo a las trabajadoras más destacadas, cuando en realidad esta fecha es mucho más que el “felicidades” que recibimos. El 8 de marzo es para que la voz de la mujer sea escuchada más alta, para visibilizar todos los tipos de feminismos, para denunciar el acoso, la violencia y los femicidios, además de gritar orgullosamente todos los derechos que hemos logrado a base de luchas y resistencia”.

Su energía impulsa…
Que las muchachas sientan que pueden y saben movilizar en función de la equidad y la justicia de género es una alegría. Unir el pensamiento teórico con la expresión creativa crea un lenguaje que interesa a una generación nueva, que vive sus propias dinámicas.
Compartir los testimonios de satisfacción por el trabajo juntas también anuncia cosas buenas para la Universidad de La Habana y para los feminismos cubanos.
“Fueron días complicados porque tuvimos que llevar un balance entre las evaluaciones escolares, situaciones personales y buscar un tiempo, aunque fuera pequeño, para poder coincidir la mayoría y ensayar. Todo el esfuerzo valió la pena, nunca nos imaginamos que contaríamos con tanta presencia, sobre todo de estudiantes porque, aunque cueste creerlo, gran parte de la juventud cubana desconoce sobre las luchas de las mujeres o tienen un concepto erróneo. Ver como se iba llenando el teatro nos puso muy nerviosas, pero no por miedo sino por la emoción y el compromiso de brindarles a todas y todos el mejor 8 de marzo que pudieran tener y pudieran disfrutar de la actividad”, recuerda Paula.
“Si contamos con el apoyo de la universidad para combatir estos males seremos capaces de formar generaciones con nuevos pensamientos alejados del machismo, la homofobia y el racismo. La formación de una nueva sociedad es un trabajo colectivo que debe ser llevado acabó de la mano de mujeres y hombres por igual”, opina Airim.
¿Qué nos deja este 8M en la UH? Yo creo aprendizajes y convicciones. ¿Qué toca hacer entonces? Acompañarlas ¿Qué podemos esperar para el próximo 8 de marzo? Al menos yo, sueños y rebeldías, con más mujeres y muchachas de protagonistas.