Camino bajo presión. La desmotivación escolar
Por: Laura Fajardo Mastache y Carmen Maturell Senón
«¿Qué serás cuando crezcas?», preguntan los adultos vaticinando que todos y todas debemos tener un oficio para llegar a ser útiles. La vocación es un acertijo que algunos logran descifrar a corta edad y otros no. Decantarse por una carrera, técnica o profesional, no es tarea fácil, aunque tengas claras tus habilidades, la posibilidad de nunca vivir la desmotivación es casi nula.
Conocer a Esther nos da una idea de la gravedad del asunto. Ella afirma no recordar el momento exacto en que se desmotivó. «Cuando estaba en duodécimo grado, Medicina era la carrera del momento, otros oficios no tenían ni de lejos el mismo reconocimiento público».
«Cursaba el primer semestre del quinto año cuando pedí una licencia con la intención de no volver. Jamás me acostumbré a ver sangre y un día me desmayé en medio de una cesárea. De nada sirvió la inspiración que alguna vez encontré en mi hermana, no sé cómo aguanté tanto». Termina de contarnos que siempre estuvo interesada por la estética y durante el confinamiento, por covid-19, compró una mesa para arreglar uñas con todos los utensilios. Al pedir la licencia se dedicó por completo a emprender.
«Siempre he querido ser independiente financieramente y mientras estudiaba no podía ayudar a mis padres. De lo único que me arrepiento es de no haberlo hecho antes, me habría ahorrado un gran período de depresión».
En su historia se reflejan muchos jóvenes, que a lo largo de la vida intentaron combinar el trabajo y el estudio. Manuel es uno de esos, que encontró el modo de aportar a su casa reparando equipos electrodomésticos, «así fue como me interesé por las Telecomunicaciones, la carrera tiene un amplio margen de trabajo. Me encanta mi profesión, pero todo el mundo se desmotiva a veces, los profesores nos llevan al machete y con la luz apagada. No me quejo, sin embargo, luego de la pandemia me he desilusionado y ahora mismo me sobran motivos para dejar la Universidad. Sigo en la carrera por mi madre, mis deseos de ayudarla son grandes, porque sé que si deserto su decepción será aún mayor».
Los profesores son una pieza clave en el tablero de ajedrez que se torna la vida universitaria. Ya no están para “caernos atrás”, “somos adultos y debemos de tener claro lo que tenemos que hacer” y lo entendemos. No obstante, encontrar a un profesor que enamore con su metodología evitaría que muchos perdieran el rumbo.
Todos los jóvenes no se ven afectados del mismo modo. Lázaro, estudiante de Historia del Arte, comentó que ha notado un cambio en sus compañeros de aula con respecto a la plaza laboral. A él también le preocupa su ubicación de egresado, mas no ve en ello un motivo para disminuir sus ansias de titularse.
«Nunca claudiqué ante las exigencias de los profesores o dificultades en una beca. Me pueden tildar de autosuficiente, yo lo llamo pasión y hace todo más soportable. Tal vez debemos revisar si estamos donde queremos estar».
Quizás esto no es lo mío
Educación Artística para Claudia nunca fue la primera opción, prefería Psicología. A pocas semanas de iniciar el curso académico la desilusión le tocó la puerta, aunque se dijo a sí misma que lo intentaría porque había un motivo por el cual avanzar.
«En aquel momento estaba muy deprimida, no me gustaba ninguna asignatura, me mantenía enajenada. No obstante, terminé bien el primer año porque tenía la esperanza de cambiar de carrera».
El curso siguiente fue diferente, las clases a distancia y la exigencia de algunos profesores hicieron que se desmotivara más. Se negaba a continuar estudiando sin sentir entusiasmo por ello. «Decidí dejar la universidad, malgastaba mi tiempo en algo que nunca me gustó».
En el transcurso conoció a muchas personas igual de desorientadas que ella, en una carrera, que nunca quisieron. Algunos/as se mantuvieron aguantando hasta el día que pudiesen cambiar, otros aprovecharon los recursos que tenían a su disposición y explotaron su potencial, enfocándose en descubrirse a sí mismos.
Hablando de decisiones, dimos con Adyira, que atestigua apenas saber en qué se metió cuando escribió Biomédica en su boleta. «Sonaba bonito y tenía matiz Biológico-Médico, nunca nos hicieron énfasis en la parte de Ingeniería. Me gustaba la Biología, pero me asusté cuando me dijeron que mi destino era ser profesora, no tenía una visión clara y le pedí a Dios que pusiera en mi camino lo que me diera futuro. Así que al llegarme la profesión en un primer momento no me alarmé, mas si considero que falló la orientación profesional». Muchos de los acogidos en los centros de educación superior a lo largo de la Isla no fueron sujetos en su momento del proceso de formación vocacional u orientación profesional.
Maricelis Manzano García, directora de Formación de Pregrado en la Universidad de Oriente, nos comenta que desde el departamento parte la elaboración de la estrategia educativa para la carrera y año académico, que bien implementada conduciría al éxito, continuidad y motivación de los universitarios. «Se hace evidente la necesidad de ganar en la sistematización del control y evaluación para que no terminen en letra muerta».
«Para una mejor elaboración, se considera que lo ideal implica el involucramiento de los estudiantes al proceso. Así se alejan actitudes pasivas o desligadas del procedimiento. Ellos deben entenderse como protagonistas, porque lo son».
Como una forma de colaborar con el perfeccionamiento del trabajo en la institución, el Ministerio de Educación Superior (MES) realiza encuestas de satisfacción a los universitarios. Así se evalúan los indicadores que permiten medir el nivel de conformidad en el estudio, proyectos curriculares y extensionistas, además de que sirve como herramienta para conocer por qué nos desalentamos.
La recta final
En la recta final también existen muchas incertidumbres, los jóvenes acostumbrados al estudio no quieren enfrentarse a la vida laboral. El futuro les espanta. Si bien todos y todas terminan la Universidad con una ubicación −oportunidad única en Cuba− algunos abandonan su profesión en busca de nuevas oportunidades.
«Quinto año está siendo difícil para mí. A veces siento que no voy a llegar al final, que han pasado varios años y faltando pocos meses para graduarme voy a renunciar». Dayana cursa Lengua Inglesa, aunque no se visualiza trabajando en lo que estudia. Ella, así como otras jóvenes, tiene aspiraciones distintas a las que puede ejercer en el país.
En busca de asesoramiento psicológico, hallamos a la profesora Yisel Vega Rodríguez, presidenta de la Sesión Científica Psicología Educativa de la Sociedad Cubana, en Santiago de Cuba, quien nos habló sobre las diversas causas de la desmotivación estudiantil. «Las mismas dependen de las necesidades que están en la base del comportamiento de los estudiantes y cómo ellos deciden satisfacerlas. En sentido general los motivos pueden ser factores externos, si se adjudican a las condiciones de vida, la base material de estudio; o bien pueden ser internas si se relacionan con las competencias personales para el desempeño estudiantil y el aprendizaje».
Conocer lo que queremos a veces puede llevarnos por caminos escabrosos, un conflicto de intereses entre el ego y la necesidad, sin embargo, es muy importante. Son normales los bajones, sentirnos tristes y desear abandonarlo todo. Tal vez perdamos de vista nuestros planes a futuro y necesitemos cambiarlos por una solución inmediata. No obstante, estos sentimientos no son eternos. Conversar con otras personas, buscar ayuda profesional en determinados casos, es una forma de verificar que no estamos solos, y de pelear por nosotros y para complacernos. Si guías tu destino, ¿quién contra ti?