Cuando ellas eran muchachas: “La inmensidad de la Sierra nos cubre”.
Basado en anécdotas reales[i]
Por Lirians Gordillo Piña
(Publicado en Revista muchacha 1 de 2015)

¡So mula! Tienen que tener cuidado porque el trillo se pone pantanoso más adelante alerta Débora.
Ella se conoce cada resquicio del camino, creo que hasta las plantas, los animales y alimañas que hacen suya la noche la saludan al paso. Va callada, como pensando en las próximas horas, días, meses.

Solo “Clodo”[ii] habla en susurros. A esa hora el monte es como un gran megáfono y su risa contagiosa podría escucharse a leguas de distancia. Pero esta noche toda la inmensidad de la Sierra nos cubre, y debo reconocerlo, la paz de Débora es como la firma de un pacto protector entre esta Tierra y sus hijas rebeldes.
Tenemos que bajar de la mula, esa pendiente es peligrosa y no podemos perder la carga por ningún motivo — nos ordena de pronto. Ella es la líder, aunque tenga poco más de veinte años; aquí la edad no importa, solo lo que hay por hacer.
La casa de la arrocera es una lucecita que crece a cada paso.
Nos reciben con todo y máquina de coser. Débora[iii] no descansa, ya está cociendo las cargadoras, ese enorme delantal que cubren nuestras sayas plisadas.
¿Cómo me veo? Este será el último grito de la moda. ¡Vamos a prenderle fuego a Santiago de Cuba! — jaranea Clodo mientras se pone la saya sobre el gran delantal que lleva escondidas las municiones.
¡Ahora somos unas flaquitas con 40 libras de más! — digo yo, mientras sujeto a mi cintura el pesado fardo.
¡Vamos que el carro para Santiago ya llegó! — dice ella, Débora.
Y nos vamos.
[i] Quien narra la historia puede ser una de las tantas muchachas que en los años de la insurrección subieron y bajaron la Sierra Maestra, hoy puede ser tu abuela o tu vecina… La que te pregunta “¿mijita que tal la escuela, el trabajo, el novio?” y no puedes imaginar las historias que esconde.
Este texto se inspira en una anécdota del libro “Vilma Espín. El fuego de la libertad” publicado por la Editorial de la Mujer.
[ii] Clodo es la abreviatura de Clodomira Acosta, quien tendría poco más de 18 años en aquella época.
[iii] Débora es Vilma Espín con aproximadamente 24 años.