Cuando existe vocación…

Por Zaida Fabars

Jennifer Méndez Ruiz cursa actualmente el tercer año de la carrera de Ingeniería Industrial en la Universidad de Oriente. Desde pequeña sintió inclinación por la docencia. Luego se interesó por las matemáticas y la gerencia, razones que la impulsaron a estudiar la carrera de sus sueños.

“Cuando yo me enteré de la tarea “Educando por Amor” me prometí que en cuanto entrara a la Universidad quería pertenecer al proyecto, porque así podía (aunque no fuera de forma profesional) ejercer la docencia. Me uní por dos razones: ayudar a mi familia que necesita el dinero y porque era algo que yo quería hacer desde que estaba en primaria”.

Con el propósito de apoyar el proceso de enseñanza-aprendizaje en los diferentes niveles educacionales del país, surgió la tarea Educando por Amor, iniciativa gestada por la Federación Estudiantil Universitaria. Los estudiantes incorporados tienen la misión de impartir clases en Secundaria Básica, Preuniversitario y Centros de Enseñanza Técnica Profesional, a partir del segundo año de la universidad.

“Actualmente imparto Matemáticas en séptimo grado. Aunque llevo poco tiempo por el momento me va muy bien. Siempre hay problemas con algunos estudiantes, que no prestan atención, pero intento ser lo más clara posible para que puedan entender el contenido. En las últimas evaluaciones realizadas he visto buenos resultados en mi docencia.”

El mayor reto de la tarea “Educando por Amor” es lograr la promoción de valores y la formación integral de niños y adolescentes.

“Mi relación con los estudiantes no es del todo excelente comparada con un profesor de más experiencia en la escuela, pero tampoco es mala. Me llevo bien con ellos, ellos se sienten bien conmigo en clases, entienden cómo explico, y como dije antes: con las evaluaciones me he dado cuenta de que sí están entendiendo lo que les imparto.”

“Con el resto de los profesores mantengo buenas relaciones. Yo estudié en esa escuela cuando estuve en Secundaria y formé buenos lazos. Fui una de las mejores estudiantes de la secundaria y ellos fueron como padres, relación que ha perdurado hasta el momento”.

Asumir la responsabilidad de dar clases a adolescentes conlleva preparación constante, ya que los estudiantes universitarios se convierten en profesores que comparten saberes y experiencias.

“El plan de clases yo lo confecciono por el libro, siempre con la ayuda de profesores de la carrer. Intento impartirles todo el contenido que aparece en los libros de texto porque las pruebas se hacen generales, y puede que algo de lo que está en ellos vaya a prueba y yo no lo haya dado, por eso todo lo que está en el libro lo pongo, por supuesto más resumido para que puedan entender, y de una manera fácil de explicar.”

Ante la pregunta de si le gustaría dedicarse a la docencia en un futuro respondió:

“Tal vez; no dedicarme a la docencia profesionalmente, pero sí repasar, enseñarlos, ayudar a los estudiantes para que puedan hacer sus pruebas cuando les toque, en fin… prepararlos para el futuro”.

Para un estudiante universitario resulta todo un desafío recibir sus clases en la mañana e impartir docencia en la tarde, para ello resulta imprescindible la organización y la disciplina:

“Cuando estoy de prácticas pre profesionales voy en la mañana, en la tarde imparto clases dos veces y en la noche confecciono mi proyecto de práctica. Cuando estoy recibiendo docencia mantengo la misma rutina: en la mañana recibo clases y en la tarde imparto mi docencia en la Secundaria. Cuando salgo a las cuatro de la tarde repaso el contenido que recibí en la Universidad para no atrasarme y tampoco afectar a los estudiantes de la Secundaria.”

La Tarea “Educando por Amor” contribuye a mejorar la calidad de la educación, destaca además por el compromiso y dedicación del estudiantado universitario a la hora de asumir una labor educativa, a la vez que ayuda en su formación profesional.