Dos heroínas liberadas

Revista Muchacha
4 min readFeb 19, 2022

«Tengo en ustedes puesta toda mi fe», le dijo Fidel Castro Ruz a Melba Hernández y Haydée Santamaría, heroínas del Moncada liberadas de la cárcel de Guanjay el 20 de febrero de 1954.

Por Gabriela Orihuela

Imagen de Melba y Haydee, tomada del periódico Granma

Fue un 20 de febrero de 1954; al parecer un día soleado, cuando Melba Hernández Rodríguez del Rey y Haydée Santamaría Cuadrado se alejaban de los barrotes de la cárcel de Guanajay. Ellas –junto a otros más- fueron condenadas por luchar por la libertad de su Patria.

Habían cumplido ocho meses de prisión impuestos por el Tribunal que las juzgó en el Palacio de Justicia de la provincia santiaguera. «Sus abogados respectivos: Jorge Paglieri, presidente del Colegio de Abogados, que defendió a la doctora Melba Hernández por su condición de abogada, y Baudilio Castellanos, a Haydée Santamaría, como abogado de Oficio», acotó Marta Rojas en su texto “Salida de Melba y Haydée de la cárcel”.

Los abogados lograron probar que habían participado, lideradas por Abel Santamaría y en calidad de enfermeras con la misión de actuar en auxilio de heridos, en las acciones acontecidas en el Hospital junto al doctor Mario Muñoz Monroy.

El escritor y periodista Raúl Valdés Vivó solía llamarlas “flores sin miedo”; «evocando aquellas largas noches que las dos heroínas padecieron en los sótanos del cuartel Moncada, mientras escuchaban los alaridos de los torturados, las ráfagas de los asesinatos a sangre fría, y nada más veían y sentían la muerte por todas partes».

Haydée y Melba demostraron, una vez más, su valía cuando denunciaron, ante el Tribunal que juzgó a los moncadistas prisioneros, los crímenes cometidos por los militares contra sus compañeros apresados tras el combate; entre las víctimas mortales estaban el hermano de Haydée y segundo jefe de esa acción, Abel Santamaría y su pareja, Boris Luis Santa Coloma, quienes fueron torturaron antes de ser asesinados.

La periodista Marta Rojas, única profesional que pudo estar presente en el juicio del Moncada, llegó a contar los minutos después de la excarcelación de las mujeres revolucionarias. «Lo primero que hicieron las dos, apenas saliendo, fue preguntar por Fidel».

Al conversar con ambas el mismo día de ser liberadas, sentadas en un banco de granito, la periodista le preguntó a Haydée qué iban a hacer ahora: «Seguir», respondió lacónica. Y riendo agregó: «Si quieres saber más ve a vernos a Jovellar 107», «lo cual no se hizo esperar, ocurrió aquel mismo día, a sabiendas de que esa entrevista no se iba a publicar».

Asimismo, Melba contestó: «Esperamos instrucciones de Fidel». Muy pronto ellas conocieron las instrucciones del Comandante en Jefe, quién las envió desde la Isla de Pinos en una carta –dirigida a Melba Hernández- y comenzaba de la siguiente manera:

1ro.–No se puede abandonar un minuto la propaganda porque es el alma de toda lucha. La nuestra debe tener un estilo propio, ajustarse a las circunstancias. Hay que seguir denunciando sin cesar los asesinatos

«Les hablaba también de la inmediata publicación de “un folleto de importancia decisiva por su contenido ideológico y sus tremendas acusaciones”. El folleto, muy pequeño, fue publicado con gran audacia dada la persecución, que aun en libertad, había sobre ellas. Tenía en la portada un retrato de Martí», aseveró Marta Rojas.

El inicio de la gran batalla ideológica y programa de la Revolución no se haría esperar. Esta sería la publicación de su alegato de defensa en el juicio del Moncada, conocido como La historia me absolverá. Ambas tuvieron la responsabilidad de reproducirlo en la imprenta de Cruces y luego en otros lugares para distribuirlo en el resto del país. «Tengo en ustedes puesta toda mi fe», le dijo Fidel Castro Ruz a Melba Hernández y Haydée Santamaría.

«Fue una tarea que requirió prudencia e inteligencia, considerando la vigilancia que el régimen batistiano tenía sobre las dos heroínas», aseveró Andrés García en el periódico 5 de Septiembre.

Al mismo tiempo, las dos heroínas trabajaron en el arduo proceso de aglutinar a la masa juvenil dispersa desde el fracaso de la acción del Moncada, que eran cientos de jóvenes perseguidos, pero comprometidos en la idea de salvar al país de una dictadura pro-imperialista feroz y asesina, y sumar a muchos más a la noble misión rebelde.

Haydée falleció el 28 de julio de 1980. Durante mucho tiempo, su compañera de lucha eludía preguntas directas sobre su amiga; prefería hablar de su labor revolucionaria.

No obstante, durante los años 90, cuando una militante de la Unión de Jóvenes Comunistas le preguntó sobre Haydée, en un encuentro en la Escuela de Cuadros de esa organización, rompió a hablar: «Yeyé… Yeyé es como un ciclón». En las anécdotas que contó empleó el tiempo presente. Melba murió 34 años después, el 9 de marzo del 2014. Pero de ambas se debe hablar en presente, porque su legado sigue vigente, porque son ejemplos para estas generaciones de mujeres fuertes y que pelean contra toda injusticia.

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