Entre la curiosidad y la pasión: el camino de Melanie hacia la cosmética natural

Por Nahomis Cañadilla Castillo
En medio de la agitación de los grupos de venta en WhatsApp, que surgieron durante la COVID-19, una joven cubana descubrió un mundo desconocido para ella: el universo de la cosmética natural. Melanie, con apenas 14 años, experimentó por primera vez la decepción de probar productos que prometían cuidado y salud, pero que no cumplían con sus expectativas. Fue ese primer desencanto el que encendió una chispa de curiosidad y determinación.
Con la misma inquietud que la llevó a comprar esos jabones, Melanie comenzó a investigar por su cuenta, estudiando en internet y experimentando en la cocina de su casa. Poco a poco, lo que empezó como un hobby se transformó en un proyecto real. Con esfuerzo, y contando con el apoyo de su familia –quien, en un principio, veía su iniciativa como un simple pasatiempo–, fue perfeccionando sus fórmulas utilizando ingredientes básicos que tenía a la mano, como aloe vera, café y limón. El éxito de sus primeros jabones le impulsó a ampliar su línea, incorporando aceites naturales, a pesar de los desafíos que esto implicaba.

La historia de Melanie García Oquendo, creadora de Organik Habana, marca de cosmética natural artesanal registrada en Cuba, no es solo la de una joven emprendedora, es, además, el relato de cómo la pasión por lo natural puede transformar una experiencia personal en un negocio sólido y auténtico.
«Cuando vi que se volvió más serio, mi mamá me ayudó con los trámites legales», recordó Melanie, enfatizando que el apoyo familiar le permitió consolidar su emprendimiento.
En Organik, cada producto es el resultado de largas horas de estudio y trabajo, en las que la dedicación se traduce en fórmulas que cuidan la piel y el cabello con el cariño de quien conoce el valor de lo natural. La historia de Melanie es un testimonio inspirador para todas aquellas mujeres jóvenes que sueñan con emprender y redefinir la belleza desde sus raíces.

Organik, creada en 2021, y que cuenta hoy con una comunidad de más de 17 mil personas en Instagram, es sin duda un ejemplo de cómo la pasión y la creatividad pueden convertir una simple curiosidad en una historia de éxito y empoderamiento.
¿Cómo decide una joven crear su propio negocio?
«Mis papás al principio no se lo tomaban en serio, pensaban que era un pasatiempo. Siempre fui muy independiente, hasta con los trabajos de la escuela; todo lo hacía solita. Ellos me dejaban a mí en mi mundo con mis jaboncitos. Y ahora yo soy la que los ayuda más a ellos. Siempre me apoyaron, mi papá fue mi primer mensajero y me imprimía las etiquetas, mi mamá me hacía los sobres en casa, y se los agradezco un montón.
»Cuando vi que se volvió más serio, mi mamá fue la que me ayudó mucho con el tema de los trámites legales. Siempre tuve la incógnita de que no sabía qué estudiar, porque nada me convencía, siempre fui de buenas notas, pero ninguna de las carreras me llamaba la atención y cuando entré en este mundo, me di cuenta que era lo que realmente yo quería, lo que me gusta. El proceso de elaborar los productos de cero, de conseguir los ingredientes, es precioso. La elaboración de una cremita, que pasa por tantos procesos, me enamora.
»Iba a la escuela por el día y por la tarde trabajaba hasta por la madrugada, y así estuve todo el Preuniversitario, hasta que terminé 12 grado y decidí que no iba a cursar ninguna carrera universitaria porque ninguna cubría las necesidades de lo que a mí realmente me apasiona, ni cumpla con las expectativas que yo tengo».
¿Qué formaciones has tomado para superarte?
«Decidí empezar a buscar cursos presenciales, en los que pudiera instruirme mejor, porque en internet no toda la información que hay es verídica. Pasé cursos de Suchel que, en aquel momento, eran online; participé en conferencias presenciales de farmacología en la Universidad de La Habana. Y, más adelante, descubrí la Academia Nadja, donde pasé mis primeros cursos presenciales de cosmética natural, administración de salón, faciales, entre otros. Luego cursé la escuela Bella Caribe, que era lo que más se asemejaba a lo que quería hacer».
¿Qué desafíos tuviste cuando empezaste en este mundo?
«Primeramente, la desconfianza de las personas porque yo era muy joven, porque hasta mi propia familia no creía en mí, lo que una tiene que ser persistente con las cosas que quiere, sin pensar en qué dirán los demás.
»Por otro lado, conseguir los ingredientes es algo súper complicado, porque yo quería ser diferente y tener algo innovador, y eso costaba mucho trabajo.
»Mis ingresos tampoco eran suficientes como para innovar tanto y muchas materias primas había que conseguirlas en el exterior, entonces tuve que buscar alternativas por medio de familiares, amistades, que hicieran el favor de traerme algunas cosas. Las de mayor volumen, el aceite de coco, cera de abejas, que son lo que más pesa; la Glicerina y los envases sí tengo las posibilidades de conseguirlos acá».

Por otra parte, ¿qué oportunidades has tenido a partir de empezar este negocio?
«Cuando ya mi trabajo se empezó a dar a conocer un poco más, con las redes sociales digitales, principalmente, tuve la oportunidad de que me invitaran al Canal Habana. Además, compartir espacios con más creadores/as, más productores/as de cosmética natural en eventos, entablar alianzas con otros negocios como salones de belleza, negocios de masajes, y la mayoría de las buenas amistades que tengo hoy día es gracias al negocio.
»Aquí en Cuba no hay mucha educación con respecto a la cosmética natural, pero la demanda es muy alta. Son productos innovadores que a las personas les llama mucho la atención, que quieren probar, que quieren ver qué tal funciona, que son más económicos».
¿Qué diferencia tus productos a lo mejor de otros productos del mercado?
«No trabajo con envases plásticos, me gusta trabajar con envases de cristal, para evitar la contaminación. Mis jabones son los más grandes del mercado, de 160–170 gramos y con base de glicerina transparente, no uso sosa cáustica, porque es peligrosa para el que la está trabajando y requiere un tiempo de secado mucho mayor a 60 días para que el jabón se pueda utilizar, la glicerina es mucho más gentil por ese lado, no resaca la piel, hidratan, no hay probabilidades de alguna reacción adversa o alguna quemadura.
»Los ingredientes que utilizo son diferentes: flor de cerezo, azahar, lavanda, rosa mosqueta, retinol, vitamina C, colágeno, ácido glicólico, ácido salicílico, niacinamida.
»En el catálogo hay más de 60 productos: geles limpiadores, geles hidratantes, serums faciales y capilares, mascarillas faciales y capilares, aceite de coco, aceite de romero, argán, tónicos, protector térmico, lociones, endurecedor de uñas, protector solar, crema anti manchas, crema hidratante, barra sólida para peinar el cabello, ámpulas de tratamientos intensivos capilares, tengo incluso una pequeña línea de maquillaje natural, donde hay lip gloss, iluminador natural».

¿Qué alcance tiene el negocio?
«El número que aparece en las redes sociales digitales es mío, que por este medio es donde llega el mayor volumen de clientes, pero tengo mi grupo de gestoras de ventas y las embajadoras de provincias, porque los productos se distribuyen al 70% de las provincias del país: Artemisa, Mayabeque, Matanzas, Santiago de Cuba, Guantánamo, Villa Clara, Ciego de Ávila, creo que esas son todas, espero que no se me quede ninguna, y la distribución a toda La Habana».
¿Qué medidas de seguridad tomas para mantener la higiene e inocuidad de los productos?
«Soy muy meticulosa con el tema de la limpieza, hacemos limpieza general todos los viernes con cloro y alcohol, todos los frascos se esterilizan antes de utilizarse, los que trabajamos perfectamente higienizados, utilizamos guantes, gorros, mascarilla, delantal, bata y calzado completamente limpio, la superficie de trabajo limpia, los utensilios esterilizados, hervidos.
»Dentro de mi casa tengo una habitación que es como el taller, donde están las mesas de trabajo, las máquinas, los estantes de almacenamiento de los productos, porque siempre tengo un stock y siempre se está actualizando, con productos de un lote nuevo».
¿Qué significa para ti ser una mujer emprendedora?
«Yo vivo orgullosa de lo que he logrado, de todos los pasos que he dado, porque gracias a mi negocio tengo mi casa propia, me puedo permitir ciertos gustos que nunca pensé con tan poca edad. Me ha ayudado a ser más organizada, más constante, a siempre ser un poquito más profesional. Y espero poder seguir logrando más cosas».
Por último, ¿qué consejos le darías a otra mujer que esté iniciando este camino?
«Tengo varios, primero que tiene que apasionarle este mundo si deseas emprender. Segundo, estudiar, hay que saber lo que estás haciendo. Que tenga confianza en lo que hace, sin importar lo que los demás puedan pensar, y tener la necesidad de preguntar siempre, nunca quedarse con una duda. Por otro lado, la calidez, el cariño, la cercanía y la empatía con los/as clientes son muy importantes».