Historias que no se cuentan (V): «no sé si podré hacer esto»

Por Beatriz Yero Wilson
Sara[*] es la única hija de una familia muy unida, que la ha apoyado en todo lo que ha necesitado, guiándola, educándola y enseñándola en todo lo que supo. Pero jamás pudo estar de acuerdo cuando ella les confesó, a los dieciséis años, que su novio mayor que ella le llevaba más de una década de diferencia.
«Todavía recuerdo cómo mi papá me ayudaba con las tareas y me complacía con lo que yo quisiera; un padre amoroso que dejó de existir en cuanto supo que tenía novio», rememora.
La madre de Sara sabía que, con peleas y gritos, no iba a lograr nada; así que decidió sentarse y contarle su propia historia. «Ella se fue de casa temprano, con mi padre, aunque, por suerte, él siempre estuvo. Me dijo que “la jugada” le había salido bien; sin embargo, muchas de sus amigas se quedaron solas y con varios bebés en brazos», nos relata su hija.
La joven adolescente, según nos cuenta, vivía en un mundo de fantasías, novelesco:
«Al inicio todo era muy lindo: mi novio me esperaba en la entrada del Preuniversitario; me llevaba a salir y, aunque mis padres no lo querían, le dejaban ir a la casa — supongo que para saber de cerca lo que pasaba. Después, todo se fue enfriando; pero yo estaba cómoda y seguía con él».
Sara nunca había tenido relaciones sexuales; para saber del tema, decidió preguntarles a sus amigas en busca de consejos. Con ellas, comprobó que lo que se decía en las charlas educativas era cierto: el preservativo la protegería. No obstante, tanto su pareja como algunas amistades le dijeron que con el condón «no disfrutaría igual».
«Ese muchacho tenía veintinueve años — y experiencia, si de sexo se habla — ; entonces, traté de hacerle caso. Me dijo que sabía lo que hacía y que si eyaculaba fuera de mí, no saldría embarazada. Mis amigas también me dijeron que así no podía salir en estado; y yo asumí, por supuesto, que él era un hombre sano», comenta.
Durante algún tiempo, Sara corrió con suerte y no quedó embarazada, ni contrajo tampoco ninguna Infección de Transmisión Sexual (ITS)… Sin embargo, en una oportunidad, su menstruación no llegó. Ella moría de miedo, la desesperación la mantenía en vela por las noches; en cambio, su novio, a quien contó primero lo que le estaba pasando, pudo continuar durmiendo, muy tranquilo y despreocupado.
Sus compañeras la obligaron a hacerse un test de embarazo. Las sospechas fueron acertadas. Necesitaba hablar con sus padres e ir al médico…Pero en el momento que, finalmente, se logró armar de valor, tenía ya cuatro meses de gestación:
«Cuando confirmaron mi embarazo, yo me quería morir. Mi mamá trató de ser fuerte, pero yo sabía que no le agradaba la idea. ¡La cara de mi papá lo decía todo!… Al menos, estuvieron ahí; del padre de mi hijo no supe en un buen tiempo», relata.
Los padres de Sara llevaban una vida muy ocupada, trabajaban casi todo el día y llegaban muy cansados. La decisión de esa noche fue que la ayudarían en todo lo posible, pero ella tenía que hacerse cargo de la mayoría de las cosas del futuro bebé:
«“No sé si podré hacer esto”, fue lo que les dije, a lo que respondieron que, si no me había protegido, ahora tenía que asumir las consecuencias de mis actos. Desistí de terminar el Preuniversitario, tenía muchas cosas que hacer y no podría dividirme entre la escuela y el bebé. Mis padres me apoyaban económicamente y, cuando estaban en casa, me ayudaban con Adrián — mi niño — ; pero nunca dejaron sus vidas de lado por cuidarlo».
…Y aquí está Sara, tres años después, viviendo con quien es su esposo ahora, su bebé y, nuevamente, embarazada, de cinco meses.
La historia de Sara, muchachas, muchachos, resulta bastante común. El embarazo precoz afecta a todas y a todos; y, en especial, a las madres adolescentes. Puede traer varias consecuencias que abarcan el ámbito de la salud física, psicológica y emocional; asimismo, repercute en los estudios de la persona gestante, las economías y las dinámicas familiares y, por ende, el futuro de la adolescente.
Muchacha, si te proteges, podrás garantizar llevar una vida y una sexualidad plenas; pero, también, si decidieres en algún momento tener descendencia, asegurarás a tus futuras hijas e hijos más oportunidades de tener una vida de calidad, la cual solamente se puede ofrecer cuando tu cuerpo y mente están listos para afrontar todo lo que implica la maternidad.
No lo olvides: La planificación familiar es la clave.
[*] Para preservar la identidad de las personas implicadas, se han utilizado pseudónimos a lo largo del texto.