La satisfacción más grande es salvar una vida

Revista Muchacha
4 min readAug 12, 2022

Por Gabriela Orihuela y Marilys Zayas Shuman

«Que nadie crea que esto es trabajo de hombres, el valor no tiene género», escribió la periodista Yeilén Delgado Calvo, inspirada en el terrible suceso en la Base de Supertanqueros de Matanzas, y tiene mucha razón. En una situación sin precedentes en nuestro país, mujeres y hombres se crecieron, se llenaron de valentía, se armaron de una coraza heroica. Yudith Rodríguez Rey, jefa del grupo especializado de la provincia de Matanzas y jefa de operaciones de rescates, es una de esas mujeres.

Desde el año 2017 se encuentra al frente del grupo de rescate de la Ciudad de los Puentes, «soy una de las fundadoras». Yudith ha presenciado muchas escenas, ha trabajado en momentos de extrema delicadeza, pero ella afirma que «de todas mis experiencias esta ha sido una de las más difíciles. Primero porque ninguna provincia está preparada para una situación de tan amplia magnitud, y en nuestro país creo que es uno de los accidentes más grandes que ha acontecido. Y duele mucho, porque la vida de muchos jóvenes que empezaban a vivir se perdieron».

«Todos los periodistas me han hecho la misma pregunta: ¿no tienes miedo? Y sí, claro que tengo, pero a la vez me hace estar alerta y preparada para lo que venga. La satisfacción más grande es salvar una vida».

Las otras personas que integran este equipo de rescatistas, hablan de Yudith con amor y admiración; varios, incluso, se negaban a dar entrevistas si su jefa -seguramente amiga también- no daba el “visto bueno”. Ellos y ellas, al igual que Yudith, arriesgan su salud y la vida en cada misión, por tal motivo la preparación que reciben es vital.

«Primero hay un periodo de prueba en el grupo, de aproximadamente tres meses, porque a pesar de haber distintas especialidades siempre he sido del criterio que deben conocer de todo con el objetivo de que al presentarse una situación determinada puedan asumir cualquier rol».

«Siempre les hablo con la verdad en la mano. Nunca les impongo las cosas, les explico, les enseño, los quiero como si fueran mis hijos, y siempre digo que el respeto no se impone, se gana. Me consideran una gran líder, pero siempre les recuerdo que si no hay un buen equipo detrás eso seria imposible. Hacemos un gran equipo, con miedo, pero con un corazón enorme en el medio del pecho».

El equipo ha de estar siempre unido y tenerse confianza bajo cualquier circunstancia, pues, en fracciones de segundo la vida puede cambiar. Demostrado quedó con este incendio devastador.

«Fue difisilísimo. Pero lo primero es salvar la vida mía y de los que vienen conmigo porque no puedo dejar a ninguno de ellos atrás. La mayoría son muy jóvenes y es como si fueran mis hijos. Yo les digo a todos “mis pollitos”».

Yudith, que siempre es la primera en entrar y la última en salir, cuenta que «al momento de la explosión estábamos bien cerca, yo estaba observando, noto un cambio de coloración en el fuego, me paro y les digo a todos: ¡Levantense, vamos, vamos!»

Posterior a eso se llegó a escuchar un sonido ensordecedor, luego vino la explosión.

«Gracias a que pude ver ese cambio de coloración en el fuego, ya nosotros estábamos llegando a la ruta de extracción. Lamentablemente la intensidad de la explosión no impidió que nos quemaramos y nos cogiera la radiación. Recuerdo que todos corríamos hacia el mismo lugar por lo que nos caímos, nos perdimos, tuvimos que regresar heridos para ayudar y rescatar a las personas quemadas que íbamos encontrando en el camino».

«Los que teníamos quemaduras leves volvimos luego de llegar al hospital a la escena para seguir salvando personas. Fue un momento muy duro, pero tuve la satisfacción que no perdí a nadie del equipo y pudimos salvar vidas».

Cuando Yudith piensa en el peor de los momentos recuerda

“Verlos a todos ellos ahí en el piso quemándose y tener que sacar fuerzas para levantarlos y alentarlos a continuar. Pero aquí seguiremos al pie del cañón, porque aquí no se rinde nadie.”

Yudith habla con orgullo de la carrera que estudió y su trabajo actual: «Yo soy informática del Fondo Cubano de bienes culturales, llevo 13 años ahí». Entre risas habla de su jubilación y de lo que le llena el alma: ayudar, salvaguardar y enseñar a otras generaciones para continuar salvando vidas dentro de la Cruz Roja Cubana.

«Día a día nos hemos enfrentado a situaciones extremas y traumáticas que nos chocan de la realidad. Pero a la vez nos demuestra la humanidad que tiene la Cruz Roja».

Toda persona tiene su resguardo; para unos es un amuleto, para otros pudiera ser una frase, una canción, un gesto. Para Yudith bien pudiera ser su madre. La misma señora fuerte a la que la rescatista nunca ha visto llorar en sus 35 años de vida; sin embargo, la misma que, cuando comprobó que su hija llegó sana y salva a casa, comenzó a sollozar.

«Mira te voy hacer una anécdota. A mi mamá la conoce todo el mundo como la china, la de la trenza larga. Ella juró que si todos salíamos vivos se cortaba la trenza. Hace un rato salí a realizar unas gestiones de trabajo y, cuando regresé a casa, mi mamá se había cortado el pelo».

Sign up to discover human stories that deepen your understanding of the world.

Free

Distraction-free reading. No ads.

Organize your knowledge with lists and highlights.

Tell your story. Find your audience.

Membership

Read member-only stories

Support writers you read most

Earn money for your writing

Listen to audio narrations

Read offline with the Medium app

Revista Muchacha
Revista Muchacha

No responses yet

Write a response