La solidaridad: una esperanza a la que aferrarse

Revista Muchacha
2 min readJul 28, 2021

Por: Zaida Fabars Abreu (Estudiante de periodismo de 4to año)
Imágenes tomadas de internet

De niña me enseñaron el valor de la solidaridad, ayudar a otras personas sin nada a cambio, solo la satisfacción de haber obrado bien; y es que deja una sensación tan grande que es imposible encontrar las palabras adecuadas para describir ese momento en el que tú, sin ningún reparo, haces el bien a otra persona.

Pasan los años y ese valor sigue creciendo como si no encontrara nunca fin, crece inmenso y se refuerza porque ayudar al prójimo no puede hacer distinciones.

Hoy, cuando una pandemia nos ha arrebatado la tranquilidad y le roba el aliento a muchos, yo me aferro a un atisbo de fe que vislumbro en mi ventana y ¿sabes qué?, esa fe se dibuja de solidaridad cubierta de muchos colores.

La situación que enfrenta mi país es difícil, solo basta mirar a nuestro alrededor, los casos positivos a la COVID-19 crecen, el bloqueo nos impide acceder a insumos médicos indispensables en el contexto que impera hoy, pero lo que más me reconforta es saber que no desistimos en la lucha, somos una gran familia que no deja atrás a ninguno de sus integrantes.

Por estos días son muchas las iniciativas que desde distintas partes del país surgen para ayudar a matanceros y matanceras, porque es allí donde se libra la mayor batalla contra la pandemia. Recuerdo hace unos días decirle a un amigo que tengo en la “ciudad de los puentes” que yo estoy aquí, que estamos aquí para lo que haga falta, Matanzas no está sola.

Me enorgullece ver cómo el chofer, la vecina, la doctora, el estudiante, en fin todas las personas nos sumamos y aportamos desde nuestro pedacito un granito de arena que se traduce en un rayo de luz que mitiga la difícil situación sanitaria que enfrenta hoy la provincia de Matanzas. Organismos estatales y privados, así como distintas organizaciones de solidaridad, apoyan con los insumos necesarios para cubrir la atención a los afectados.

Hoy se conjugan compañerismo, empatía, amistad y amor, todo eso resumido en buenas acciones que dan sin recibir nada a cambio. No se equivocó Shakespeare cuando dijo: “hemos venido a este mundo como hermanos: caminemos, pues, dándonos la mano y uno delante de otro”.

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