Los estereotipos de género; ¿un mito?

Revista Muchacha
6 min readFeb 2

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Por Ana Lauren Miranda Suárez (Estudiante de primer año de Periodismo, facultad de Comunicación, Universidad de La Habana)

Las paredes blancas y grises de un compartimento climatizado asustaron a una niña de 12 años de edad. Era el día de los pioneros, no quería estar ahí, ni mucho menos entendía la palabra Psicología que leyó en un cartel desgastado en la entrada del lugar.

Lorena* se sobresaltó levemente cuando una mujer de bata blanca comenzó con preguntas edulcoradas.

- “¿Por qué quieres participar en Karate, mi niña?”

Pensó su respuesta, ya se imaginaba por donde iba el asunto. En su casa se habló del tema, se discutió. Rememora las palabras de su padre: “Chica, ¿no tienes suficiente jugando con todos los machos del barrio?, ahora también quieres ser uno”.

Antes de contestar la pregunta, la psicóloga le advirtió: “Esos no son deportes que deberían hacer las niñas, ¿No prefieres mejor, jugar a las casitas?”.

Esa escena y frase la marcaron. Por su cabeza de infante no pasó la palabra estereotipo, ni mucho menos género. Pero de eso se trataba, de uno bien marcado acerca de la sutileza de la mujer, inculcada a edades tempranas.

Según la Encuesta Nacional de Igualdad de Género en 2016 (última estadística oficial), la cantidad de personas entre 15 y 74 años que reproducen ideas o estereotipos de género, naturalizándolos en su cotidianidad, sobrepasó el 95 por ciento de la población encuestada. Mientras que el 62 por ciento opinó que hay actividades que no son propias de las mujeres por incluir esfuerzos físicos.

La periodista y especialista en Género de la Editorial de la Mujer Lirians Gordillo Piña explica sobre estos estereotipos y su impacto en Cuba

“La sociedad cubana es patriarcal, por ende, se basa en los roles y relaciones de poder desiguales. Los estereotipos de género se anclan a roles rígidos asignados desde nuestro nacimiento y afectan los derechos de las personas, tanto hombres como mujeres; aunque las mujeres en su diversidad han sido el grupo humano más oprimido por el patriarcado”.

Los hombres también lloran

Para Malcolm Lázaro Bueno Alfonso, estudiante de Ciencias de la Información, de la universidad de La Habana los patrones sociales de género y los estereotipos son doctrinas que se inculcan desde la niñez. Los ha vivido de cerca, los ha sufrido: “Nacer macho es tener una camisa de fuerza permanentemente. Desde niño mi padre me dijo que los hombres no lloran y si me veía haciéndolo de casualidad, me esperaba un buen castigo, muchas veces físico. Me escondía para llorar”.

“Y en cierto punto dejé de hacerlo hoy en día y me resulta muy difícil llorar o emocionarme. Me castraron de toda emoción que consideraran afeminada. Me obligaban a pelear con los amigos del barrio, ante la menor ´falta de respeto´; perder un juego de bolas, en la pelota, que me gritaran alguna ofensa absurda”.

Aunque la afectación a la población femenina es mayor, los hombres no salen ilesos, ni están exentos de padecer los rezagos del sistema patriarcal. La frase comúnmente utilizada “Los hombres no lloran”, lo constata, eliminándoles el derecho a la expresión de sentimientos y plagándolos de fortaleza forzada.

Sin embargo, la psicóloga Daniela Milán Ricketts profesora de extensión universitaria en la Universidad de La Habana y especialista en dinámica de grupos asevera que: “La masculinidad alude al significado correcto de ser hombre y sus diferencias con la feminidad y como configuración normativizante resulta hegemónica. Hay una representación social única de lo masculino que predomina sobre las demás porque está legitimada. Deja fuera todas las otras variantes de ser hombres”.

“La masculinidad dominante está marcada por la dicotomía. Esta forma de reafirmarse a sí mismo a partir de la oposición, genera otros, no solo opuestos, sino también inferiores; que serían los demás hombres que se resistan o que no puedan cumplir con estos mandatos. Por ende, la existencia de masculinidades según ´el molde´ más frágiles son discriminadas”.

¿Desigualdad de Género o tradición?

José Antonio Machín Ulloa, a sus 57 años de edad, residente de 2 y Calzada en Plaza de la Revolución considera que las mujeres deben dedicarse a los trabajos del hogar. “Las féminas deben ser delicadas y es tradición que se ocupen de los quehaceres de la casa. Ellas lo hacen mejor que nosotros, si nos ponemos a ayudarlas, seguramente estorbaríamos. Al igual que con los niños, el papá está para traer la comida y el sustento económico; la mamá para dedicarse al niño y cuidarlo. Siempre ha sido así. Una mujer de casa es el paraíso”.

Estadísticamente hablando, según la Encuesta Nacional de Igualdad de Género antes citada, las mujeres y los hombres destinan un promedio de 28:22 horas semanales al trabajo doméstico y no remunerado, pero se comporta con importantes diferencias por sexo. Las mujeres, en sus hogares, dedican 14 horas más que los hombres a estas tareas, lo que reafirma aún más el estereotipo.

Mientras, la periodista y realizadora de varios trabajos de género, Laura Serguera Lío afirma sobre esta desigualdad que: “No es culpa de los hombres en general, sino de los que replican estos comportamientos. Creo que se trata del sistema cultural en el que hemos sido educados. Nuestras sociedades, por más que han progresado en muchos aspectos, incluidos los derechos de las mujeres y las personas no normativas (respecto a estas mucho menos), siguen siendo extremadamente patriarcales”.

“Así, hombres y mujeres aprendemos roles y estereotipos de género que asumimos como la norma, el “deber ser” y estos suelen otorgarnos a nosotras cualidades relacionadas con la delicadeza, los cuidados, mientras a ellos les exige fortaleza, capacidad de proveer”.

“Si a esto le sumamos que históricamente a las mujeres se nos ha asignado el espacio privado y a los hombres el espacio público y que la educación superior y el trabajo remunerado en igualdad de condiciones, son conquistas relativamente recientes para las mujeres (en algunos lugares ni siquiera han sido totalmente vindicadas), creo que eso explica el por qué el estereotipo sigue vivo”, afirma la periodista.

Desmontar ideas patriarcales

En Cuba, la Federación de Mujeres Cubanas en consonancia con la Organización de Naciones Unidas, en 2019, crearon una campaña por la Igualdad de Género y Empoderamiento de las Mujeres, llamada Generación Igualdad . Justamente la etapa 2022 -2023 constituye la fase de desmontar estereotipos.

En el documento oficial de la campaña se constata que los estereotipos de género son generalizaciones simplistas de los atributos de género, las diferencias y los roles de hombres y mujeres.

La campaña incluye, además, un plan de productos comunicativos de diversos formatos (documentales, podcasts) para sensibilizar a la población cubana.

En esta misma línea, la periodista y directora de la revista Mujeres, Marilys Zayas Shuman cree que es necesaria una educación con perspectiva de género en los profesionales de la comunicación, para así lograr que llegue información pertinente a las personas y sean capaces de identificar y eliminar de su labor diaria esos estereotipos. Cree que todos tenemos la capacidad y responsabilidad de hacer algo; “cada transformación individual para después exteriorizarla es una forma de cambio que puede llegar al mundo”.

*Lorena no es el nombre real de la entrevistada, que prefirió mantenerse en el anonimato para este reportaje.

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