Marzo se acabó ¿Qué nos quedó?
Por Lissy Villar Muñoz

Los meses están pasando muy rápido. La vida está pasando muy rápido y aunque los aprendizajes son cotidianos, esa misma cotidianidad de la supervivencia, las circunstancias y los contextos diversos nos dejan ideas, luchas, resistencias.
Cinco años ya que la justicia en Honduras viene de los movimientos sociales, de activistas políticos, de personas, no del Estado. A Berta Cáceres[1] la asesinaron hace cinco años, todavía las personas autoras intelectuales y ejecutores no han tenido su sentencia.
La justicia en Brasil se destiñe, cada día aumenta la desatención por parte del gobierno de Jair Bolsonaro en medio de la pandemia de la Covid-19. Brasil es uno de los países que reporta mayor número de contagios y de fallecimientos por la Covid-19.
Y la justicia brasileña ha estado también muy lenta para sentenciar a los culpables del asesinato de Marielle Franco[2]. El 15 de marzo se conmemoró el asesinato de la feminista brasileña: “3 años desde que se llevaron a uno de nosotros. 36 meses exigiendo justicia para Marielle y Anderson, víctimas de la violencia política que no hace más que crecer en el país”, publicó en su Twitter el Partido Socialismo y Libertad (PSOL), al que pertenecía la concejala de Río de Janeiro.
“Una ejecución política hasta hoy sin respuestas. 1.096 días haciendo resonar nuestro grito: ¡Marielle, presente! ¡Anderson, presente!”, refirió el Partido Socialismo y Libertad a mediados de marzo. Asimismo en la declaración que hiciera el PSOL en su sitio oficial a propósito del asesinato y la impunidad del hecho se resalta que “las investigaciones sobre el crimen se han ido arrastrando lentamente”.
“Los imputados por la ejecución del crimen, Ronnie Lessa (sargento retirado de la Policía Militar) y Élcio Queirós ya fueron detenidos, pero hasta el día de hoy se desconoce quién los ordenó y las verdaderas motivaciones del crimen. La historia de la investigación involucra no solo a miembros de las milicias, sino también a políticos del estado de Río de Janeiro entre los sospechosos”, subrayó el PSOL.
Mientras tanto otros países latinoamericanos viven estas realidades desde otros espacios. En ocasión del 8 de marzo la directora de la agencia pública Inmujeres, Mónica Botero, indicó que cada 13 minutos hay una denuncia por violencia doméstica en Uruguay y a la vez dos de cada 10 mujeres “tenemos miedo de salir a la calle”.
Por su parte Haití vive una crisis política. Las protestas en contra del gobierno son cada vez menos silenciadas. Aunque en pocos momentos análisis profundos sobre la realidad haitiana hacen presencia en nuestros medios.
En marzo organizaciones feministas haitianas denunciaron torturas e intimidaciones a las que fueron sometidas 25 presas de la cárcel civil de Jacmel, situada al sudeste de Puerto Príncipe, la capital del territorio caribeño.
La Organización de Naciones Unidas (ONU) refirió que en este 2021 las cárceles en Haití están funcionando al 316 por ciento de su capacidad, situación que también demuestra cómo está funcionando la justicia.
Medios locales haitianos han indicado que 12 mujeres fueron violadas en la prisión civil de Gonaives en 2019 cuando intentaban fugarse, a unos 140 kilómetros al noreste de Puerto Príncipe.
Pero marzo también nos deja la resistencia de las mujeres, las protestas en las calles, la resignificación de los monumentos y de la lucha.
[1] Berta Cáceres Flores fue una luchadora social lenca, feminista hondureña que defendió su territorio.
[2] Marielle Franco fue concejala de Río de Janeiro, feminista, defensora de los derechos de las mujeres y las personas que viven en las favelas.