Mi Diario: desafíos
Querido diario:
Hoy quiero compartir una experiencia que me marcó profundamente y que resuena en mi vida como un recordatorio de la fuerza que todas llevamos dentro.
Recuerdo un momento específico hace unos años, en el que enfrenté una de las etapas más difíciles de mi vida. Era un día gris y lluvioso cuando recibí la noticia de que había sido despedida de mi trabajo. Mi corazón se hundió. Había dedicado años a esa empresa y la incertidumbre del futuro me llenó de miedo. Sin embargo, en medio de esa tormenta emocional, una voz interior comenzó a susurrarme: “No te rindas, es el momento de levantarte”.
Decidí tomar ese desafío como una oportunidad para reinventarme. Me senté y escribí una lista de todas las habilidades que había adquirido a lo largo de los años. Me di cuenta de que tenía mucho que ofrecer, no solo como empleada, sino también como emprendedora. Fue entonces cuando pensé dar el salto y comenzar mi propio negocio.
Los primeros meses fueron difíciles. Hubo momentos en los que dudé de mí misma y pensé en rendirme. Pero cada vez que sentía que el peso del mundo caía sobre mis hombros, recordaba a mi madre, una mujer fuerte que siempre luchó por lo que quería, incluso cuando las circunstancias eran adversas. Ella me enseñó que el verdadero empoderamiento viene de dentro y que las dificultades son solo peldaños en nuestro camino hacia el éxito.
Con perseverancia y determinación, poco a poco, fui construyendo mi sueño. Cada pequeño logro se sentía como una victoria monumental. Aprendí a celebrar mis éxitos, por pequeños que fueran, y a aprender de mis fracasos.
Miro hacia atrás y veo cómo esa experiencia me transformó. No solo aprendí a ser resiliente, sino que también descubrí el poder de la comunidad. Me rodeé de otras mujeres emprendedoras que compartían sus historias y luchas, y juntas nos apoyamos mutuamente en cada paso del camino.
Esta experiencia me enseñó que ser empoderada no significa estar exenta de desafíos, sino tener la valentía de enfrentarlos y aprender de ellos. A veces, las dificultades son oportunidades disfrazadas y cada tropiezo es una lección valiosa.
Así que hoy celebro no solo mi viaje, sino a todas las mujeres luchadoras que, como yo, se levantan cada vez que caen.
*Este texto es una colaboración de Lilianys Medina