(Mi Diario) CAMBIANDO LAS REGLAS… de lo que se espera de mí.
Mara se va, dice que termina con esto como termino yo cada discusión: «con un portazo». Y en el fondo, la entiendo. Yo sabía que iba a meter la pata. Ella no se conforma y yo empecé esta carrera, pero no llevo su ritmo; en esto de la igualdad me lleva ventaja y debería reconocerlo. Mara se va, Querido diario. Y solo me desea que acabe de romper con las reglas de lo que se espera de mí: un «MACHO VARÓN MASCULINO» moderno.
Siempre cita a ese profesor que hemos visto por la TV hablando sobre masculinidades. En fin, como el más transparente de los espejos, esta muchacha independiente, curiosa, soñadora y por todo eso encantadoramente libre, me mostró el costo de callarme siempre y no mostrar mis emociones, de no saber cómo lidiar con los conflictos y resolver cualquier problema con una negación.
Lo que más nos duele, a los dos, es que yo sé todo eso y en el fondo me jode tanta presión de ser «el alfa» y que deba «aplicársela» a cualquiera. Cuando íbamos a tener sexo por primera vez, ella tenía un condón en el bolso. Yo me molesté al principio y le pregunté si no confiaba en mí. Ella sonrió y me dijo: «confío en que esta es la opción más segura para divertirnos».
No hicimos nada, nos pasamos la noche conversando sobre protección, fantasías y bueno, sí… nos divertimos. JEJEJE. Me duelen esos recuerdos. Pero me alegra tenerlos. Al día siguiente ella se había ido temprano y me dejó un papel en la almohada: «Los hombres verdaderos hablan y respetan». ¡Me mató!
Yo siempre pensé que en la formación de un hombre estaba primero la casa, la calle y los amigos. Pero en la wifi, en el tiempo de máquina de la escuela, y hasta en el paquete semanal, se han colado etiquetas como masculinidades, violencia, equidad, responsabilidad compartida, comunicación.
Si me preguntas, son un poco densos esos textos. Pero yo me abstraigo y trato de pescar la esencia. NO se trata solo de coger la escoba o cambiar el cesto de basura por la esponjita de fregar. La cosa es más compleja. Pero yo le cojo el paso. Hasta los socios se han puesto a debatir estos asuntos. El Yuri puso su cara de «profundo» mientras conversamos a lo cortico, incómodos al principio porque no estamos acostumbrados a mezclar el fútbol o la pelota con el área sentimental.
«Asere, tienes razón. Yo no sé cómo le vamos a hacer. Pero hay que ponerse las pilas. Porque Mara es una chiquita tocá. Y hay una pila de Maras por ahí que ya no están para estas tallas», me dijo en su estilo. Y no es solo por Mara. ¡Es por mí!, que descubrí lo duro y falso que es cumplir con un «papel». Y también poquito a poco voy aprendiendo a «ponerme en los zapatos» de ellas, de los otros para saber el daño que hacen ciertos privilegios que uno da por naturales. Mara se va, pero yo me quedo conmigo y no quiero que se cierre ni una puerta más.
Atreverse a soltar privilegios y acompañar, compartir la lucha contra el patriarcado.