Mi Sexualidad: Juntos en la distancia, las relaciones a través de la pantalla

Revista Muchacha
5 min readJan 30, 2025

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Por Ana Laura Fernández de Lara López

Sara y David cierran las laptops. La conexión muere, al menos la digital. Ambos se preguntan si la emocional también, a juzgar por los miles de kilómetros que los distancian. Han sido meses difíciles de separación inevitable, pero se prometieron intentarlo, queriéndose a través de pantallas. Esta nueva etapa en su relación abre un camino de posibilidades y novedosas experiencias, todas ellas cada vez más comunes entre los jóvenes cubanos que se enfrentan al proceso de emigrar.

La psicóloga Isachy Peña Pino describe la emigración como un evento altamente estresante, en el que se produce la desestructuración y reestructuración de la vida cotidiana, con elevados costos psicosociales, no solo para sus protagonistas, sino también para sus parejas, familias, comunidades y diversas instituciones de pertenencia. Es una transición angustiosa, capaz de inducir alteraciones en las nociones de identidad y pertenencia.

Cuando la persona emigra sin compañía, afirma Peña Pino, puede ocurrir el llamado proceso de desarraigo, donde los desafíos que impone esta nueva realidad deben enfrentarse desde la soledad, sin red de apoyo. La adaptación cultural, barreras del idioma, la discriminación, son algunos de los factores estresantes que pueden llevar a la angustia y problemas de salud mental en sentido general. Todo ello, por supuesto, repercute en la familia y la pareja directamente.

Las parejas de migrantes, suelen presentar menor bienestar psicológico, debido a la presión social, el miedo a la soledad, las nuevas responsabilidades y roles, procesos de tomas de decisiones, además de la distancia física con su pareja, que puede provocar desapego emocional.

Sara se pregunta si realmente lo sigue queriendo. Después de tres años de relación y un proyecto de vida construido a cuatro manos, David decidió aceptar la oportunidad de sus sueños en el extranjero, pero en ese sueño no hay mucho espacio para ella, por el momento. Así que ahora solo le queda esperar, enviarle emojis de besitos y cuestionarse la fortaleza de ese amor al que tanto esfuerzo y tiempo ha dedicado.

Según la también profesora de la Facultad de Psicología de la Universidad de La Habana, Isachy Peña Pino, este desmembramiento de la unidad de pareja que ocurre con la emigración puede romper o no las relaciones emocionales internas hasta el momento logradas, así como debilitar o fortalecer la relación al existir un nuevo sentimiento de soledad, lo que fomenta la idea de sentirse incompletos.

El erotismo en este contexto es un factor clave que no se reduce solo a la satisfacción sexual íntima, sino que involucra el acercamiento y construcción de vínculos a través de las redes sociales digitales. Las nuevas tecnologías son la principal vía para el intercambio y mantenimiento de estas relaciones, ya sean profesionales, familiares o de pareja, porque permiten la reconfiguración del vínculo hasta ahora conocido.

De acuerdo con Peña Pino, la ausencia del cuerpo del otro es un aspecto de alto impacto en las relaciones a distancia, puesto que el contacto exclusivamente online puede acarrear una disminución de la responsabilidad afectiva.

Imagen tomada de Internet

En las relaciones cara a cara, explica, nuestras conductas tienen una consecuencia inmediata. Sin embargo, a través de un chat no ocurre de esta forma, y tenemos entonces fenómenos lamentables como el ghosting.

La virtualidad estimula un tipo de vinculación donde la persona no tiene un fuerte compromiso con sus palabras. En esto también influye la inmediatez, que nos lleva a una forma ansiosa de relacionarnos, con el anhelo de que los efectos sean cada vez más rápidos.

Algunos indicios de que la relación a distancia no está tomando un rumbo sano pueden ser los celos excesivos, la comunicación rutinaria y poco espontánea, la falta de compromiso, el sentimiento constante de culpa o las dudas permanentes sobre la relación.

David le vuelve a insistir. Esta vez quiere un video. Ella lo duda por un momento, pero al final accede. Siempre que le envía fotos en situaciones así, la asalta el miedo de que alguien más las vea, que de alguna forma el retrato de su cuerpo deje de ser un regalo para su pareja y se convierta en información filtrada en Internet. Lo ha hablado con David, por eso ambos son muy cuidadosos al respecto, pero ella siempre se detiene a pensar en las posibilidades, incluso en momentos como este, donde se están disfrutando mutuamente.

Es a través de estas redes sociales digitales y de aplicaciones de mensajería que se han reconfigurado los vínculos hoy, y también el erotismo. Si no se maneja con cuidado puede traer implicaciones lamentables como la ciberextorsión, el ciberacoso y la pedofilia en sus múltiples manifestaciones. Por lo que el sexting, que empieza como una diversión, puede constituir una amenaza latente, terminando en una situación grave con secuelas sociales, físicas, psicológicas y legales.

Imagen tomada de Internet

Para prevenir esto, es imprescindible que las y los jóvenes realicen una adecuada gestión de su información personal. Por ejemplo, no compartir sus datos identificables completos como dirección, centro de estudios, carnet de identidad y, de preferencia, usar un seudónimo o nickname.

Una buena estrategia es mantener sus perfiles privados, y aceptar solo a las personas que consideren. El uso de contraseñas seguras y la autenticación en dos pasos permiten una mayor seguridad tecnológica. Asimismo, es preciso no enviar imágenes íntimas sin consentimiento mutuo, ni acceder ante presiones de compartir contenido personal.

David está cansado. Ha sido un largo día de trabajo y no ve la hora de sentarse en su sillón favorito, abrir la laptop y encontrarse con la sonrisa de Sara, que seguro le contará los detalles de su ajetreada jornada universitaria. Él escuchará con placer. La extraña mucho, a pesar de lo duro que está siendo para ambos. Pero pronto se verán, está convencido de ello.

En el establecimiento de una relación a distancia lo fundamental que debe estar presente es el respeto y la responsabilidad afectiva. Para garantizar la perdurabilidad de un vínculo sano, debemos abogar por una comunicación honesta y regular, establecer objetivos en conjunto, metas y proyectos futuros, así como cultivar la confianza mutua por encima de todo.

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