Pasión por las letras
Por: Gabriela Orihuela
Mónica Cuéllar Céspedes y Daniela Pujol Coll comparten un amor poco conocido y, en ocasiones, ignorado y/o menospreciado. Ambas, además de amar las letras, hacen de su pasión una labor. ¡Quién dice que editar textos es tarea sencilla!
Daniela estudió Filología en la Universidad de La Habana; Mónica se graduó de Estudios Socioculturales.
Mónica sí conoce el trabajo de editar textos, aunque, en estos momentos, su mayor responsabilidad es con «Cubasolar, entidad que promueve el uso de las fuentes renovables de energía y el respeto ambiental», declara a Muchacha.
Durante sus años de estudiante universitaria, Daniela adquirió nociones sobre el trabajo editorial en varias de las asignaturas de la Práctica Preprofesional.
«Una vez graduada, aunque no he trabajado nunca como profesional de la edición en un medio o en una institución, sí he revisado, corregido y editado materiales de familiares, amistades y otras personas conocidas que me lo han solicitado. También lo hago activamente en Cimarronas, donde tengo actualmente mi mayor compromiso editorial», nos cuenta Daniela.

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Mónica, la joven editora, que antes trabajaba en un departamento de Informática, «porque también soy Técnico Medio en esa especialidad y mi quehacer estuvo mayormente asociado a la gestión documental y trabajo de taller», nos explica, conoció de la edición cuando le dieron la responsabilidad de escribir las políticas editoriales de la revista digital que comenzaba a gestarse.
«Fue la primera vez que descubrí qué es una editorial. Para escribir las políticas tuve que estudiar el estado del arte de las revistas digitales, comprender conceptos, procesos y buenas prácticas y claro, tuve que acercarme a los profesionales de las editoriales para que me encauzaran en mi investigación», recuerda Mónica.
«A través de “El Libro del Editor” de Elizabeth Díaz, supe cuán riguroso es ser editora, cuánta pasión se ha de tener para comprender al autor y llevar su mensaje al público. El texto representó mi primer acercamiento a la edición. Fue la primera vez que pensé en trabajar en una Editorial», afirma.

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Daniela, muchacha de letras, edita desde el activismo, desde Cimarronas, espacio feminista que se ha consolidado de manera rápida y certera.
En su labor reconoce varios desafíos: «Uno de los principales retos que encuentro en este tipo de trabajo es que depende, en gran medida, de la organización que requiere desempeñarlo de una manera sistemática. Dado que una buena parte de las revisiones se realizan a distancia, en una modalidad de teletrabajo, compiten con el tiempo para dedicarle al ocio, al tiempo de autopreparación y, sobre todo, a otros trabajos presenciales y domésticos, que tienen horarios bastante fijos. Considero que este reto es común a todo el gremio editorial, pero, al ser las mujeres quienes desempeñan tradicionalmente las tareas de cuidado y las labores domésticas, se encuentran más expuestas a este tipo de dificultades. Por ello respeto mucho a las colegas que se dedican profesionalmente a la edición».
De su colaboración con Cimarronas, donde prima el respeto a la diversidad de criterios y acercamientos a distintos temas, comentó: «Cuando se escribe de la violencia que se ha ejercido sobre una misma o sobre alguien más, cuando se realiza una reflexión polémica sobre determinado tema o cuando se utiliza en la escritura estrategias no gramaticales del lenguaje inclusivo, por ejemplo, se deposita una enorme confianza en quien lee, y sobre todo en quien lee antes de que ese escrito sea público. Eso es algo que hemos aprendido en Cimarronas: leernos entre nosotras implica una responsabilidad y un compromiso con nuestras compañeras y con lo que defendemos, por ello casi nunca soy la única en revisar los textos que compartimos».