Ser mujer emprendedora es un estilo de vida
Por Nahomis Cañadilla Castillo
Cuando era niña, María Carla no hablaba de sostenibilidad, pero la sentía. No sabía ponerle nombre a esa inquietud que la hacía cuidar cada objeto, darle un segundo uso a lo que otros/as desechaban o preocuparse por un futuro que parecía demasiado grande para sus manos pequeñas.
Recuerda el día en que llegó a casa angustiada porque leyó en una revista que el sol dejaría de brillar en millones de años. Su madre la tranquilizó con una sonrisa, sin imaginar que aquella sensibilidad temprana la llevaría, años después, a transformar su forma de vivir y emprender.
El cabello fue siempre un símbolo en su historia. Su madre, sin mucha información, le enseñó remedios caseros que ella atesoró con el tiempo: mascarillas de aguacate, miel, aceite y huevo, rituales sencillos que se convirtieron en recuerdos de cuidado y amor. Sin embargo, también creció en una época donde la naturalidad de su cabello no era celebrada y, el desrizado parecía la única opción aceptable. Hoy su mamá bromea con que, si hubiese sabido lo que ahora María Carla y muchas otras han aprendido dentro del gremio de la cosmética natural, la historia hubiera sido diferente.

Para María Carla Figuerola, coordinara de los Encuentros de Cosmética Natural Artesanal, la cosmética natural no es solo un negocio ni una moda pasajera, sino un estilo de vida, una manera de existir en equilibrio con el entorno, de sanar lo que el tiempo y las imposiciones dañaron. Con Eco Rizos ha construido más que una marca: ha tejido una comunidad donde el conocimiento se comparte y la identidad se reivindica, donde cada rizo, cada textura y cada ingrediente natural cuentan una historia de resistencia y belleza.
¿Cómo surgió la idea de crear Eco Rizos?
«En el año 2020, en plena pandemia, me surge la necesidad de crear algo propio. Entonces, había un montón de gente hablando de cuidados de la piel y del cabello, y no había espacios físicos, así surgió Eco Rizos, como un espacio de encuentro, con tienda, salón y café, porque la vida pasa por un café.
»Al principio éramos un staff diferente, tenía otro nombre y en el 2021 nos lo aprueban ya como Eco Rizos. Cuando logramos el lugar físico, era una ruina total, pasamos mucho trabajo en el camino, y en 2023, decidimos ponerlo en la planta baja de nuestra casa, que inauguramos en 2024.
»Entre todo esto, en diciembre de 2022, tuvimos el Primer Encuentro de Cosmética Natural Artesanal, durante nueve días, con tres líneas de trabajo: cosmética natural artesanal, modos sostenibles y estilos de vida con responsabilidad socioambiental. Junto con el encuentro, creamos el podcast Emprende Verde en colaboración con Tercer Paraíso.

»Eco Rizos es un emprendimiento que vive conscientemente enfocado en las alianzas, en el caso específico de la cosmética, no producimos los productos, sino que lo adquirimos de otras mujeres que lo hacen, que muchos son emprendimientos pequeños, unipersonales o familiares, a una escala muy pequeña. Nosotras lo que hacemos es acompañar el desarrollo de esas marcas como labor de responsabilidad social, encontrando oportunidades de alianzas, de encuentro, de desarrollo profesional, de aprendizaje y de visibilidad.
»Ya son más de 200 marcas que se dedican a este sector, aunque no todas tienen el mismo nivel de desarrollo».
¿Por qué crees que la mayoría de estos negocios son liderados por mujeres?
«A eso le dedicamos el primer encuentro, que tenía como eslogan “La tercera jornada”: la primera jornada el trabajo, la segunda jornada la carga doméstica, y la tercera, el emprendimiento. Entonces, es un gremio femenino porque es muy manual, artesano, del cuidado propio y del otro».
¿Qué desafíos enfrentan estos emprendimientos?
«Hay un desafío que tiene que ver con lograr que más productos tengan base loca; además, estrechar el radio para que las distancias, en términos de huella ecológica, de transportación y de logística, sean menores.
»Por otro lado, hay una serie de desconexiones entre instituciones que son claves. Quien autoriza y quien regula no son los mismos. Cuando pides una licencia de trabajo por cuenta propia, o la posibilidad de crear una microempresa, se hace en dos entidades distintas, porque uno es con el Ministerio de Economía y Planificación, o ahora va a ser con los Gobiernos locales, y lo otro es con las direcciones municipales de trabajo. Esas dos entidades no solo no dialogan entre sí, sino que nadie se pregunta si tú sabes defender esa línea de trabajo. Nadie te pide un certificado. Y eso puede ser peligroso, quién le garantiza a los y las consumidoras que el desempeño del producto sea exactamente aquello por lo cual pagaron, quien otorga las licencias de trabajo no es el que certifica que estás listo/a para hacer ese trabajo.

»Y el otro desafío, que no es menos importante, tiene que ver con el gran público, con la visibilización, y no estoy hablando solamente de los/as consumidores/as finales, sino de temas como identidad cultural, identidad afrogenerizada, autonomía económica en poblaciones en situación de vulnerabilidad».
¿Qué entidades han acompañado los encuentros desde el inicio?
«La Sociedad Cubana de Ciencias Cosméticas, la Fundación Antonio Núñez Jiménez de la Naturaleza y el Hombre, en sus programas de Medio Ambiente y Comunidad y Economía. El proyecto Cuba Emprende. Dentro del Ministerio de Comercio Exterior hemos tenido muy buen acompañamiento, puntualmente de la Dirección de Importaciones, por ejemplo, que nos han explicado cómo funciona este negocio. El Instituto Nacional de Investigaciones Económicas y PADID, El Instituto Nacional de Higiene y Epidemiología, FarmaCuba, la Red Cubana de Mujeres Emprendedoras, el centro Loyola, y muchos que se suman».
¿Qué oportunidades tienen estos emprendimientos actualmente?
«Las oportunidades son muchas más que en el 2022, y es un resultado del trabajo y del acompañamiento. Lo primero es que hay un encuentro que visibiliza nuestra existencia, y a partir de ahí nos podemos ver como un gremio, como una comunidad. Existe una proyección de crecimiento, como gran público cubano, el valor de lo local sigue siendo el que una isla del Caribe hispanohablante aporta.
»Uno de nuestros objetivos estratégicos es, precisamente, la profesionalización del gremio. Por otro lado, la sensibilización del público y de las instituciones. La producción artesanal no es fácilmente estandarizable, pero sí puede responder a buenas prácticas, y la buena noticia es que las normas cubanas de producción de cosmética son un número impresionante, pensadas para la industria, pero aplicables en una buena cantidad de lógicas a la escala artesanal y manufacturada.

»Creo que hay más atención sobre el asunto, que la visibilidad ha ido creciendo desde 2020 para acá, hay más acompañamiento y más proveedores, más lugares donde encontrar, enlaces a cadenas de valor de menos impacto ambiental».
¿Qué significa para ti ser una mujer emprendedora?
«Es un estilo de vida y dentro de esa idea de mujer emprendedora, hacerlo desde mi autoreconocimiento como mujer no blanca, desde las condiciones de Cuba y con responsabilidad socioambiental, pues entonces es un orgullo, un compromiso y me hace infinitamente feliz».
¿Qué consejos le darías a las nuevas emprendedoras?
«Que estudien, que no tengan miedo de pedir ayuda, ni de preguntar. No le teman a equivocarse y que no lo hagan solas. Si Eco Rizo existe, después de tres años de trabajo, es porque nunca hemos estado solas».