Son más preguntas que respuestas, en esto de ir sanando…

Por Claudia Rafaela Ortiz Alba
Tengo un ex al que quise mucho (era red de apoyo y familia), pero no nos fue muy bien. Varias violencias en la relación, de las más sofisticadas e indetectables, hicieron nuestros últimos meses realmente malos.
Hubo de todo. Nos humillamos. Uno de los dos mintió. Tuvimos de esos romances finales, mortíferos y deteriorados, en los que no te resignas aún a aceptar que se acabó, y en el ínterin mortificas al otro con destellos de deseo y amor, pero también de desprecio e inseguridad.
Eventualmente todo termina, más tarde que temprano, y más bien que mal. Ya no hay vuelta a atrás en el daño. Pero necesitas, al menos, un cierre — que no es más que hacer el duelo, saber cómo perdonar y reparar los estragos. Porque ir por la vida perdiendo a gente buena no es una victoria; se siente feo, y triste.
El dolor y el mal sabor que deja la violencia a veces nos hace intolerable volver a respetar, a admirar, a querer, o a apoyar a quien nos hirió. Esa sensación es molesta y atormenta. Todos nos equivocamos. Y en mi caso, no tuve (¿no tengo?) ni la más remota idea de qué podía hacer con ella…
¿Es dejar partir a los demás… la respuesta? ¿Dejar partir a alguien es… como si se hubiese muerto?, ¿cuando los demás se mueren, los olvidamos? ¿Cómo seguimos camino sin los que alguna vez nos acompañaron (a los que, a veces, todavía queremos)? ¿Cuándo se supone que deje de doler perder a alguien?
Esas personas importantes que se fueron de nuestras vidas por las decisiones que se tomaron, por la herida que nos hicieron y que les hicimos… ¿son alguna vez recuperables?
¿Cómo se repara el daño?, ¿cómo se reconstruye el afecto? ¿Puedo hacerlo sola?
A mí me gustaría mucho lograrlo, para comenzar a amar de nuevo, y mejor, la próxima vez. Son más preguntas que respuestas, en esto de ir sanando…
