Vivir en familia y con pareja: ¿campo minado? (primera parte)

Revista Muchacha
5 min readJul 3, 2021

Por Lirians Gordillo Piña

Datos y reflexiones desde las ciencias sociales son aliados clave para hablar sobre adolescentes, familia y pareja. Foto tomada de Cubadebate.

Datos y reflexiones desde las ciencias sociales son aliados clave para hablar sobre adolescentes, familia y pareja. Foto tomada de Cubadebate.

La covid-19 puso en el centro de nuestras vidas el ámbito familiar, la pareja y amistades cercanas. El hogar se volvió escuela, centro de elaboración de alimentos constante, lugar de recreación y lo más importante: espacio seguro para protegernos de la pandemia. La familia y la pareja han sido refugios, pero también espacios de contradicciones y rupturas.

Y es que no todas las personas llegamos en las “mejores condiciones” a la pandemia. No todos los hogares tienen esos espacios necesarios para poder convivir en armonía ni hemos resuelto problemas de comunicación u otros que afectan nuestras relaciones afectivas.

A veces ni nos percatamos que tenemos un problema, que la manera de relacionarnos y comunicarnos no es la ideal, o que hay temas y apoyos que necesitamos conversar en la familia y con la pareja, pero que no fluyen o están ausentes.

En este punto entra la utilidad de las ciencias. Casi siempre compartimos con nuestras amistades las preocupaciones relacionadas con estos temas y hasta puede que tengan las mismas dificultades. Pero vernos como parte de un grupo mayor, ahí la cosa cambia. Los datos y reflexiones de especialistas también pueden ser aliados para conversar y mostrar evidencias de aquello que queremos y necesitamos transformar.

El estudio Adolescentes y jóvenes cubanos en los ámbitos de familia y pareja. Sistematización de una experiencia 2015–2019, es un buen recurso. La investigación reúne información de otros estudios, criterios de especialistas y análisis propios a partir de un estudio de campo. Sus autoras Ana Isabel Peñate Leiva, Raida Semanat Trutie y Odette del Risco Sánchez son investigadoras del Centro de Estudios Sobre la Juventud (CESJ).

En 200 páginas se comparte información sobre temas de mucho interés, entre ellos el vínculo amoroso en la adolescencia; las ITS/VIH-sida; la toma de decisiones reproductivas; el embarazo en la adolescencia y anticoncepción; la interrupción voluntaria del embarazo en Cuba; el aborto en la adolescencia; la diversidad sexual y relaciones de pareja; la violencia en las relaciones de pareja; etc.

Muchacha quiere proponerte un recorrido por estos temas a partir de una serie de textos que sigan el camino del estudio para compartir sus resultados y también lecturas amigables y otros materiales que puedas encontrar en la web sobre pareja y familia.

Convivencia ¿Con quién y cómo viven adolescente y jóvenes?

El capítulo III se titula Miradas de adolescentes y jóvenes a sus dinámicas familiares y de pareja e incluye resultados de un estudio realizado con 1 406 personas, de ellas 472 adolescentes entre los 12 y 19 años de edad y 934 jóvenes entre los 25 y 34 años. Las provincias incluidas en la indagación fueron Artemisa, La Habana, Ciego de Ávila, Camagüey, Santiago de Cuba y Guantánamo; constituyendo una muestra representativa por provincias, zonas de residencia (urbana/semirural) y grupos de edades.

El estudio confirma que mayormente para adolescentes y jóvenes la familia es: lo más importante en la vida, fuente de apoyo, espacio donde se expresan relaciones afectivas y se recibe preparación para la vida, la célula fundamental de la sociedad.

La convivencia que declaran tener adolescentes y jóvenes se corresponde con criterios de especialistas. En el caso de los adolescentes, la convivencia con las figuras filiales es alta, principalmente con la madre; a la vez resulta ínfimo el porciento de ellos que vive solo, situación que no se encontró en los adolescentes tempranos. Para el grupo entre 20 y 24 años predomina la convivencia con las madres y una cifra no despreciable de adolescentes y jóvenes vive en familias reconstituidas.

Entre los adultos jóvenes se tiende al aumento de los que conviven con los hijos, comportándose al 10.3%, 30.1% y 44.8% respectivamente en los tres grupos de edades (20 a 24 años, 25 a 29 años y 30 a 34 años).

Un punto que toca el informe es la disposición de una habitación por parte de adolescentes y jóvenes, asunto complejo y vital en estas edades.

La mayor parte de quienes participaron en el estudio afirmó tener habitación propia (60.7% de los adolescentes entre 12 y 14 años y 55.8% entre los de 15 a 19 años). En los tres grupos de edades, superan el 70% quienes aseveran disfrutar de esta realidad; sin embargo, un grupo no tiene acceso a esta posibilidad 12.9% de adolescentes tempranos y 19.4% de los comprendidos entre los 15 y los 19 años; así como el 10.5%, el 11.2% y el 19.2% respectivamente, en los grupos de edades de los jóvenes.

Cuando compararon por sexos y territorios, las estudiosas encontraron que generalmente son las muchachas las menos beneficiadas, y los que viven, principalmente, en las cabeceras de provincias.

“Este comportamiento pudiera estar asociado a los elevados índices de hacinamiento existentes en las zonas más pobladas. La mayor incidencia se encuentra en las provincias de La Habana Camagüey, Santiago de Cuba y Artemisa”, refieren Peñate Leiva, Semanat Trutie y del Risco Sánchez.

Las investigadoras explican que esta realidad tiene fuerte un impacto en adolescentes y jóvenes y citan a otros estudios que hablan sobre cómo la insatisfacción con este aspecto trae repercusiones sobre:

  • La emancipación juvenil.
  • La formación y estabilidad de parejas.
  • La conformación de familia propia, las bajas tasas de fecundidad, etc.

Y es que vivir en familia “se las trae” como decimos popularmente. Por más de una década se vienen sistematizando contradicciones y conflictos que se generan en parte por la intolerancia e incomprensión de personas adultas. Las “manzanas de la discordia” suelen ser las formas de vestir, los comportamientos, expresiones verbales, accesorios de moda, gustos musicales y decoración de los espacios de los jóvenes, todos elementos importantes en la conformación de la identidad en estas edades.

Se trata no solo de contar con “un espacio propio dentro de sus hogares, sino también que estos espacios sean respetados por los adultos, en tanto expresión de esa identidad personal que marca los comportamientos y estados de ánimo de los sujetos. Es un reflejo, además, del respeto a los derechos de privacidad, autonomía y decisión de estas poblaciones”, explican las autoras del estudio.

La cosa se complica con los años, para quienes alcanzan la mayoría de edad la dependencia familiar y los conflictos en ese espacio generan otras insatisfacciones.

“En las dinámicas grupales realizadas, los jóvenes hicieron alusión al alto nivel de dependencia familiar que predomina en ellos, sobre todo desde el punto de vista económico. Ocupa un lugar importante la imposibilidad de conformar un proyecto de vida viable, por los escasos recursos económicos propios que poseen, lo que limita el alcance de una total independencia. En tal sentido, se hace referencia reiterada a la imposibilidad de tener vivienda propia y una economía sólida, bases imprescindibles para un proyecto sostenible, en esta etapa tan crucial de la vida”, refieren las investigadoras.

Ante esta realidad desarrollar relaciones saludables y una buena convivencia, basada en el respeto y los derechos de cada cual sería la fórmula ideal. Pero ¿siempre sucede así? ¿Qué dicen las investigaciones sobre la comunicación en la familia? ¿Afecta la violencia de género e intrafamiliar a adolescentes y jóvenes? Sobre estos temas Muchacha te contará próximamente.

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