Yo quería ser Virginia Woolf

Revista Muchacha
4 min readFeb 23, 2025

Por Lorena Massip

En la nueva novela de Mercedes Duque hay capítulos breves como un reel y otros pesados y viscosos como un cuento de Raymond Carver. La palabra animal se reproduce 25 veces en esquinas insospechadas del volumen de 208 páginas.

Hay feminismos de panfleto y feminismos adoloridos, como duele la panza después de expulsar un feto malogrado en el baño de un apartamento en Londres. También hay, en la novela promesa, en el bestseller que se perfila, unas imágenes poderosamente jóvenes, casi genuinas, como la pista de baile con iluminación de supermercado y la sangre que ensucia las losetas y se adhiere a una copa menstrual. Y otras imágenes que, sin intencionarlo, van desgastadas, reutilizables, como la cocaína barata, los filamentos mal cortados de la droga que describieron hace mucho y mejor los padres del realismo sucio, y las madres del terror latinoamericano como Mariana Enríquez.

La sevillana escribió «Animales pequeños» luego de un volumen de cuentos, laureado con el III Premio Internacional de Cuento «Juan Ruiz Torres» 2023 y de un periplo por residencias artísticas y literarias. La cubierta negra de la novela, con su aura de juguete coleccionable, tiene el logo de Tusquets, la editorial española que publica a Camila Sosa, a Padura, a Murakami, a Fernando Aramburu.

Mercedes Duque. Foto tomada de Infobae.

Mercedes Duque tiene 28 años, el pelo rubio cenizo y una expresión ligeramente envejecida, como de vejez artificial, leyó «Los detectives Salvajes» a los 17 años y todo eso importa poco, o en todo caso mucho menos que este dato: su literatura le está diciendo algo a la juventud.

«Animales pequeños», aseguran las reseñas, es una bandera generacional, es un trozo de desidia, una novela postromántica, una búsqueda de identidad y un lugar en el mundo. Todo verdad si partimos de la idea de que las reseñas a veces escarban muy profundo y eligen la inmersión, la apnea por encima de lo visible, de lo que es obvio. Mercedes Duque habla de su generación porque habla introspectivamente, de una Rita protagonista que está armada a todas luces de pasajes autobiográficos, de rabia, frustraciones, de deformaciones deliberadas de la realidad.

La sevillana habla de los millenials* tanto como puede hablar de sí misma, del Londres que conoció en su diplomado de Antropología, una ciudad frontera, agrisada y lluviosa. Su primera persona está llena de momentos oníricos, de interpelaciones y reclamos que son más bien cartas, de una a veces increíble, a veces chapucera, cotidianidad. De cuando fue camarera le sobreviene esa frase, al borde de lo genial, maquillada para ser dura y hermosa que dice: «la hostelería es el lugar perfecto para los que nos sentimos huérfanos y un poco desequilibrados».

Varias conversaciones sociales se deshilachan de sus páginas cargadas de recuerdos: los jóvenes explotados, si acaso sumidos, por una maquinaria que les obliga a servir mesas y engavetar sus títulos, buscando felicidad, buscando sexo, buscando amor, pero no cualquier amor, si acaso uno que sea finalmente saludable, odiando a sus padres, temiendo al mundo real, anestesiados, a la deriva, cargados de náuseas psicológicas.

Foto tomada de la página de Facebook: El agente secreto Libros.

Mercedes Duque no narra una historia nueva, sino retoma este argumento tan viejo de la modernidad: Rita, una chica perdida en la ciudad que, poco a poco, la va apagando y consumiéndole los afectos, además restriega con paños de metal las sensibilidades de las relaciones entre mujeres, expone las penas femeninas y las violencias como ya hicieron antes Elena Ferrante, Ottessa Moshfegh o quizás Luisa Valenzuela, Karla Suárez. Lo escribe igual, porque se trata de lo mismo, pero diferente porque el pulso ha cambiado, porque el delirio siempre es una cuestión personal.

Cuando lees «Animales Pequeños» piensas en alimañas asquerosas, piensas en tiernos animales indefensos, piensas que quizás por más que brillen las bolas de discoteca los/as jóvenes en ciudades extranjeras no paran de hacerse preguntas difíciles. Piensas que hay chicas que aún quieren despertarse y ser Virginia Woolf. Cuando lees a Rita piensas que hay una línea muy delgada entre ser Rita y ser Anora, la de Sean Baker, una prostituta alucinada de Nueva York, una niña malcriada de la urbe perversa y enloquecida. Cuando lees «Animales Pequeños» piensas que algo bueno se intuye entre tanto yo, que hay un animal diminuto, no descrito por la ciencia, ignorado por el tráfico de las avenidas con coches del año, que se asfixia, muerto de miedo por salir.

*La generación Y, también conocida como generación del milenio o milénica​ es la cohorte demográfica que sigue a la generación X y precede a la generación Z. No hay precisión o consenso respecto a las fechas de inicio y fin de esta generación; demógrafos/as e investigadores/as suelen situar en esta cohorte a los nacidos entre principios de la década de 1980 y mediados de la década de 1990.

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